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Pepe Cantillo | Paradojas éticas

Es posible que sigamos anclados a valores obsoletos. Es fácil que estemos enredados en prejuicios que vienen de otros tiempos, que los queremos olvidar pero no hay manera de soltar amarras. Inicio estas líneas con algunas contradicciones. Las llamaré "paradojas éticas" en la medida en que plantean y presentan un doble perfil de actuación.



La curiosidad me ha llevado a recabar información sobre Manos Limpias. Nos dicen que “allí donde exista un delito debe haber alguien capaz de denunciarlo”. Suena bien, precioso, hasta pretencioso si no fuera porque la realidad cotidiana es la que es. Incluso son sugerentes las 15 propuestas que proponen como declaración de principios, pero no deja de ser una ironía. Qué fácil es olvidarse de que hay que lavarse las manos propias.

Había una vez… un Centro de Estudios llamado "Jordi Pujol" del que dependía Edu21 como iniciativa dedicada a la Ética y a la promoción de los valores en la educación. El proyecto funcionaba “ad maiorem eius gloriam” (para mayor gloria de él), adaptación libre del lema jesuítico “ad maiorem Dei gloriam” (para mayor gloria de Dios). El tema tiene migajón.

Otro apunte para recordar. ¿Cuántas ONG, removiendo la generosidad ajena, pública o privada, han despistado fondos para usos distintos a la idea original para la que fueron creadas? Las redes solidarias son amplias. El altruismo y los listillos, también.

Un broche más y cierro esta tanda de despropósitos. La idea me la ofrece el magnífico artículo del profesor Aureliano Sáinz La vida es una fiesta y el ron cubano Ritual nos ayuda a divertirnos. Hay que pasarlo lo mejor que se pueda porque la vida es breve. Eso sí, son serios y nos recuerdan que hemos de consumir con responsabilidad porque el ron tiene 37,5 grados. El trasfondo publicitario de dicha bebida no tiene desperdicio.

Entresaco del citado artículo, que rebosa ironía por los cuatro costados, lo siguiente: “Alegrémonos pues. Adiós a los estudios, adiós a los libros, adiós a pensar en un futuro trabajo con el que poder realizarse y cumplir con los sueños y aspiraciones. ¿Por qué las empresas no habrían de tomar esta filosofía y llevarla a sus campañas publicitarias?”.

La curiosidad me lleva a indagar en la página oficial de esta bebida. Algo me llama la atención. “Ron Ritual crea Ronfunding para financiar proyectos de sus jóvenes”. ¿Sus jóvenes? Hablan de “responsabilidad social creando un nuevo concepto de plataforma colaborativa…, de apoyar las buenas ideas para mejorar el día a día de los jóvenes… sin olvidar el ron”. ¡Genial! Me divierto, bebo y encima son superguais… porque financian proyectos. Vale la pena ver el siguiente video:



Idea clave: “Devolver parte de lo que el consumidor gasta para hacer algo positivo por ellos, dándoles además la opción de elegir qué proyectos quieren apoyar”. La idea es de lo más sutil que se pueda pensar: bebe sin miedo (con responsabilidad, no lo olvides) y nosotros te ayudaremos en tus proyectos. Curioseen si les apetece esta web.

¿Alguien da más ante esta doble cara que presentan? Juegan a ser solidarios, generosos, a ayudar, poniendo en jaque una serie de ideales, de valores y les parece algo normal. En conclusión de todo lo anteriormente expuesto: ¿de qué valores hablamos? ¿Qué tipo de Ética está en juego?

Claro que honorabilidad, honradez, sacrificio, esfuerzo, voluntad… están de capa caída por los ejemplos que tenemos a nuestro alrededor. Valores que se quedan en la cuneta de la gran autopista del todo vale, del vivamos el momento a tope porque mañana ¡ya veremos, mañana…! Hemos entrado en una sociedad festolera. El “carpe diem” es la consigna a seguir porque la vida se va y hay que disfrutarla a tope.

Quiero sacarle punta al último tema citado porque es preocupante y peliagudo, dejando de lado los anteriormente aludidos. ¿Por qué? La realidad se explaya en general, en un hedonismo furibundo y el botellón es la punta del iceberg.

Los atracones etílicos están de moda por lo que el consumo de alcohol se ha disparado en los últimos años. La pauta es beber mucho en poco tiempo y así la cogorza se agarra antes. ¿Atracón? Para aviso de navegantes la edad de inicio en la bebida se situaba en 2013 en algo más de trece años. España estaba entre los seis mayores consumidores mundiales de ron con un promedio anual de 0,7 litros por persona. Total si no llegamos a un litro…

Los comas etílicos han aumentado considerablemente. Dicho abuso dañará la memoria, la atención y la capacidad de tomar decisiones. Bueno para eso queda mucho tiempo por delante. En un principio, el botellón, que duraba una parte de la noche, se ha plasmado en un atracón al inicio de la misma para coger una pítima antes y así volver a casa sólo con la resaca.

Hasta hemos inventado un vocablo para referirnos al lugar de reunión de dichos eventos alcohólicos y alcoholizantes: el “Botellódromo”, en el que se bebe la mayor cantidad de líquido alcohólico en el menor tiempo posible. De diversión con cierto riesgo ha pasado a un maratón para ver quién bebe más.

Ser felices es una meta a conseguir pero la felicidad se gana. El dicho popular apunta a que “quien algo quiere algo le cuesta”. Si hacemos un somero repaso del concepto nos aproxima, entre otros, a “valer”, entendido como algo que merece aprecio y estimación por alguna de sus calidades.

Escarbemos en esta idea. Educar para la Felicidad, con mayúscula, para hacerle frente a la frustración sería meta deseable. Ello implicaba esfuerzo, valor este que está en franca decadencia, incluso se apunta a que es un valor de derechas. Las etiquetas suelen ser malas e imprecisas. En este campo de los valores aún lo son más.

Educar para ser autónomos, competentes y ciudadanos críticos que huyen del rebaño nos dignificaría. En este ámbito, la autoestima es importante. Es preciso educarnos para potenciar el talento, la creatividad, parcela esta que no se consigue sin esfuerzo. ¿Otra vez el terco esfuerzo?

Cada uno de nosotros somos seres únicos pero necesitamos adiestrarnos en el desafío de convivir con otros igualmente únicos. Convivencia conlleva ejercitarnos en la tolerancia para establecer relaciones positivas que nos capacitarán a la hora de resolver conflictos. Aquí entra en juego una buena dosis de la inteligencia emocional para ser empáticos de cara a generar confianza. Podríamos seguir por estos derroteros, pero los valores parece que no molan, sobre todo algunos de ellos.

Admitida dicha crisis de valores es fácil saltar al campo del “vive a tope” (carpe diem). Muertos o asesinados los valores que hasta ahora creíamos importantes porque servían de guía a nuestra conducta, es fácil saltar a puedo hacer lo que me dé la gana, máxime si nos movemos o más bien nos venden que todo está permitido. ¿Sacrificios? No, gracias. Fiesta, bulla. ¿Mañana? El mañana está aún muy lejos, colega.

PEPE CANTILLO
FOTOGRAFÍA: DAVID CANTILLO