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María Jesús Sánchez | Placeres

Sentir el agua inundando mi boca después del cepillado de los dientes potenciando el frescor del dentífrico hasta el infinito. Comer picos con plátano, saboreando el contraste del toque de sal de aquellos con el dulzor de la madurez de la fruta. Sábanas limpias, cuerpo limpio y cabello limpio; mezcla de aromas a medida que me voy zambullendo en el interior del algodón; movimientos para que mi nariz disfrute de esta orgía de olores frescos y suaves.



Agua caliente sobre piel fría, abrazo tierno del líquido que me acuna y me prepara para el dulce sueño. Sábado matutino de lectura apasionada, sobre fondo de jazz y visita de Morfeo antes del almuerzo. Sueño que te atrapa sin preaviso y que inunda de paz mojando el cuerpo de tranquilidad mientras aleja los deberes. Rosa intenso de una tarde de otoño que te obliga a sentir el presente, que te atrapa como la mirada profunda y acariciadora de un hombre.

Sonrisas de bebés que desdibujan los problemas y siembran la ternura. Notas y palabras que te transportan al mundo de los sueños, de la niñez y te llevan en una alfombra llena de canciones. Álamos que bailan sus hojas con destellos de plata ante la música del viento del verano al lado de ríos que se escapan. Mañanas de invierno con intentos de dejar el lecho mientras el edredón te protege como una buena madre mientras te dice "no te vayas aún".

Plantas que crecen y sonríen en el salón de mi casa ante mis cariñosas palabras. Baños de té verde compartidos. Pan con aceite y azúcar, crema de rosa de la India, hogar-castillo, historias de amor ajenas, lluvia deseada, oídos amigos, besos sin resistencia, sueños, deseos, anhelos... Vida.

MARÍA JESÚS SÁNCHEZ