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Un estudio vincula la paulatina pérdida de la superficie cultivada de vid con los efectos del cambio climático

Casi dos meses después de que el Consejo Sectorial de Vino de las Cooperativas Agroalimentarias de Andalucía alertara de la paulatina pérdida de la superficie de viñedo en la región –y que supera el 13 por ciento en los últimos siete años–, un nuevo estudio vincula ahora esta tendencia con los efectos que provoca el cambio climático.



El último informe anual de potencial de producción vitícola hecho público por el Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente pone de manifiesto una caída en picado del cultivo de la vid en España, que se traduce en una reducción del 42 por ciento de las cepas que existían en España en el año 1980.

Así, frente a las 1.642.622 hectáreas de vid que se contabilizaban al inicio de la pasada década de los ochenta, en la actualidad los viñedos solo ocupan 953.607 hectáreas en el territorio nacional. Con todo, el descenso es mucho más drástico en el caso de la Denominación de Origen Protegida (DOP) Montilla-Moriles, donde la reducción de superficie cultivada de vid alcanza el 75 por ciento en las últimas cuatro décadas.

Los últimos datos facilitados por la Consejería de Agricultura, Pesca y Desarrollo Rural constatan que la DOP Montilla-Moriles cuenta en la actualidad con 5.052 hectáreas de viñedo repartidas entre los 17 municipios que forman parte del Consejo Regulador, una cifra muy alejada de las cerca de 23.000 hectáreas que se computaban a primeros de la pasada década de los ochenta o de las 17.000 que se contabilizaban en el marco vitivinícola cordobés al inicio de los noventa.

La falta de rentabilidad para los viticultores a causa de la continua devaluación del precio de la uva, unido al descenso del consumo del vino –una tendencia que solo tuvo un leve respiro el pasado año, después de varias décadas en caída libre, según los datos del Observatorio Español de los Mercados del Vino– han causado la desmoralización de un sector que, como en otros puntos de España, ha apostado por el arranque de cepas o por el cambio de cultivo, en este caso a favor del olivar.

Sin embargo, un estudio publicado por el portal Misumiller.es vincula directamente la evolución del mapa del viñedo en España en los últimos cuarenta años –que ha experimentado una “clara tendencia a desplazarse hacia el norte”–, con factores climatológicos, ya que, a juicio de los autores de este estudio, “el clima juega el papel más determinante y difícil de controlar en la elaboración de un vino”.

“Las estaciones de primavera y verano en España cada vez son más secas y calurosas y, en consecuencia, el viñedo, que está tan íntimamente vinculado al ritmo de las estaciones y la evolución de las temperaturas, está actuando a su vez como uno de los mejores bioindicadores del cambio climático en la agricultura”, sostienen.

Matías Vela, director técnico de Misumiller.es, explica la influencia del cambio climático en el cultivo de la vid, recordando que el pasado año la vendimia  se inició en el Condado de Huelva varios días antes que en la zona Montilla-Moriles que, tradicionalmente, “siempre ha sido un indicador por ser la primera Denominación de Origen en empezar”.

En ese sentido, Vela subraya que mientras en el año 2000 la recolección de la uva en Huelva comenzaba en torno al 3 de agosto, en menos de dos décadas se ha llegado a adelantar veinte días. “Esto significaría que, en las condiciones actuales, para mantener los ritmos de producción de algunas denominaciones de Origen, sería preciso adelantar la cosecha y empezar a vendimiar con las uvas prácticamente verdes”, resalta el especialista.

El director técnico de Misumiller.es alerta de las “nefastas” consecuencias que conllevaría esta práctica, ya que, a su juicio, “afectaría de manera directa a las características del vino que, además de resultar falto de olor, tendría un sabor muy áspero, pues si las semillas están demasiado verdes en el momento de la recolección, se libera un tanino amargo y astringente que arruina la calidad del vino”.

Matías Vela repara en que “un cambio, a priori imperceptible, como el aumento de un grado centígrado desde 1980 en el Penedés ha provocado que, a día de hoy, la vendimia haya sufrido un adelanto de diez días”, una situación que tiene un “efecto irremediable” en los vinos de esta región, especialmente en su graduación alcohólica y en su sabor.

“La subida de alcohol se explica porque un clima más cálido conduce a una rápida maduración de las uvas y, por lo tanto, requiere una vendimia más temprana. Además, bajo el efecto del sol, los ácidos contenidos en las uvas son reemplazados gradualmente por el azúcar, que durante la vinificación produce el alcohol”, detalla el director técnico de Misumiller.es, quien concluye que “un clima más cálido aumenta el azúcar de la uva y, en consecuencia, genera un vino más alcohólico”.

J.P. BELLIDO / REDACCIÓN
FOTOGRAFÍA: JOSÉ ANTONIO AGUILAR