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María Jesús Sánchez | Mansos

A lo mejor los mansos alcanzarán algún día del reino de los cielos, ese del que hablan en los púlpitos. Pero, mientras estén en este mundo, van a sufrir mucho. La bondad o buena voluntad no está de moda; de hecho, es vista como signo de debilidad. Los buitres prepotentes se afilan el pico cada vez que se cruzan con una buena persona. Ya sea por propia naturaleza o por educación, hay gente que le gusta ayudar a los demás, que actúan desde la empatía y que creen que todo el mundo es bueno. Pero no es así.



Estoy harta de ver cómo los buenos son pisoteados y explotados sin recibir ninguna clase de agradecimiento. Y es que hay unos seres llamados parásitos a los que no les gusta trabajar o quieren una vida lo más cómoda posible. Ellos tienen derecho a todo, pero sin ninguna obligación.

Son esos que siempre echan las culpas a los otros, que gritan a cualquiera cuando no hacen lo que ellos quieren. Da igual que el otro no pueda o tenga prohibido hacer lo que le pide. Son una especie de dioses malvados, parecidos a los de las tragedias griegas.

¿Sus características? Son egoístas, ególatras, maleducados, mentirosos, insensibles y bastante “listos”. Ojo, no es lo mismo ser listo que inteligente. En España, se suele utilizar el adjetivo "listo" como sinónimo de "despierto" o "avispado" pero, también, como "sinvergüenza" y capaz de hacer lo necesario para no dar ni golpe.

No creo que haya muchos países europeos –al menos, no en los protestantes– donde la gente se jacte de defraudar o de obtener ayudas de manera ilegal. Sin embargo, en este santo país nuestro hay miles de pavos reales que presumen de no pagar impuestos, de declarar que ganan poco y así conseguir becas o viviendas públicas destinadas a los más desfavorecidos. Y la gente les ríe la gracia, como si no estuvieran cometiendo un robo a mano armada al resto de contribuyentes.

A mis 30 años ya he aprendido que ir de frente, tener buenos sentimientos y querer ayudar es doloroso. Al final, siempre se aprovechan de una. Es triste, pero es así. No creo que todas las personas tengan maldad, pero sí creo que hay una tendencia en el ser humano a explotar al débil. Hay que estar todo el tiempo defendiendo una línea imaginaria para que no la rebasen el egoísmo y la prepotencia ajenos. Y hay días que esto es muy cansado…

El pasado fin de semana trabajé de camarera en un bar del barrio para sacarme algo de dinero. Ya sé que opositando no es una buena idea, pero necesitaba salir de las cuatro paredes de mi cuarto. Tengo alguna experiencia de mi época universitaria, pero se me había olvidado lo impertinente que son algunos seres. Y aquí no utilizo el epíteto "humanos" porque sería mucho suponer... Pues bien, un energúmeno empezó a gritarme y a insultarme porque le dije que no teníamos la marca de ron que él quería.

Menos mal, que ya he aprendido que no se puede razonar con este tipo de bichos; que da igual lo que le expliques. Y, por eso, hice lo más inteligente que podía hacer: callarme. Se fue vociferando pero no me dejó su rabia...

MARÍA JESÚS SÁNCHEZ