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Pepe Cantillo | El futuro ya está aquí

Las cuartillas de hoy están provocadas por una interrogante cargada de inquietud. Las ciudades están convirtiéndose en lugares inseguros para el personal en general. Con el tema circulatorio ha habido bastante dejadez. Parece que Tráfico y algunas autoridades empiezan a platearse soluciones. Pregunta: ¿tiene que morir alguien para solucionar este tipo de comportamientos?



El auge de los patinetes eléctricos está dando que hablar, amén de producir diversas circunstancias no deseables para la ciudadanía. En principio estamos hablando de un “intruso” más en las grandes ciudades de este país. Barcelona, Madrid, Zaragoza, Valencia... están en el punto de mira de este nuevo sistema para desplazarse por ellas.

Hablamos de un público joven, como es natural, para un tipo de cacharro tan específico como éste. ¿Qué atrae? Novedad, libertad de…, ecología, acotamiento de coches. Las razones son variopintas. Circular con el patinete puede ser cómodo y relativamente barato (mejor decir no caro).

Por otra parte, la bicicleta es utilizable en ciudades llanas y sobrecargadas de coches. Valencia, por ejemplo, es una ciudad plana y permite pedalear por cualquiera de sus calles. A fecha de hoy, la invasión es significativa. Las calles más céntricas están ya adaptadas a dicho sistema de transporte. El alcalde es “biciclitero” también.

Problemas varios saltan al escenario. Patinetes y bicis son para gente joven, las personas mayores no tenemos nada que hacer en dicho transporte. Claro que, en la ciudad, vivimos unos y otros. El transporte público es la alternativa para esos viejos que ya viven por encima de sus posibilidades físicas. Pero se hace necesario respetarse.

¿Queremos vaciar la ciudad de coches? Sí y las razones son múltiples. ¿Cómo facilitar el desplazamiento de gente mayor? Incrementando la flota de autobuses y disminuyendo las largas esperas del bus que hay que coger para ir a donde sea.

Aquí el Ayuntamiento ecologista ha “bicicleteado” aceras y carriles. Y ha disminuido flota de autobuses. Aceras maravillosas y de amplitud genial configuran las calles más céntricas. Taxis con problemas de circulación, personal mayor con limitaciones. Bicis y patinetes a su aire, sin respetar ni respetarse. Un cierto desastre se une a la inseguridad.

Ahora nos invaden los patinetes con guerra por todos los flancos. A dicha invasión hay que añadir un turismo bastante abundante que le encanta ir en bici. No clamo ni contra el turismo o las bicis, ni contra patinetes. Reclamo respeto a tres bandas, peatones incluidos.

Durante la última semana de noviembre saltó al ruedo la noticia de la muerte de una anciana de 90 años atropellada por un patinete en la rambla peatonal del Carme, en Esplugues de Llobregat (Barcelona). La señora paseaba con ayuda de un andador cuando recibió por la espalda un golpe que la tumbó de cabeza al suelo y moría pocas horas después a consecuencia de los golpes recibidos. Hasta aquí una noticia más de las que ocurren o pueden ocurrir en cualquiera de nuestras ciudades.

¿Causas del atropello? La señora circulaba por zona peatonal; el patinete parece ser que consultaba el itinerario en el móvil. ¿Resultado? Una muerte por accidente. El suceso ocurrió el 13 de agosto. ¿Alguien dijo o escribió algo sobre él? La noticia no ha saltado al ruedo de la información hasta finales de noviembre.

Otra desgracia más. El 23 de octubre, una mujer de 40 años murió también en Sabadell (Barcelona) cuando cayó a la vía pública desde su patinete y fue arrollada por un camión. Accidente en este caso que no se pudo evitar. Esta información sí que saltó al ruedo informativo en su momento.

Otros percances. Un patinete tuneado hacía su recorrido a 80 km/h. Al tunante (pícaro) o tuneador le importaba tres pepinos la gente, su objetivo era correr. “Hace dos semanas, un taxista grabó a dos jóvenes que circulaban encima de un mismo patinete a una velocidad cercana a los 80 kilómetros por hora”. Por cierto, tunear se define como “adaptar algo, especialmente un vehículo, a los gustos o intereses personales” (sic).

A todo lo dicho hay que añadir la carrera a 75 km por hora de un kamikaze por Las Ramblas de Barcelona. Dicha avenida, como es bien sabido, siempre está muy transitada por peatones y, supongo, por bicicletas.

Indudablemente, no leo toda la prensa que sale, tanto en papel como digital, pero sí que procuro estar informado desde cualquiera de las cuatro esquinas de la información. Curiosidad por aquello de que opinar de memoria no vale porque carecería de fundamentos. Los españoles somos muy dados a opinar sin conocimiento de causa.

Como bien dice otro digital, el problema empieza a preocupar en grandes ciudades como Madrid, Valencia y Zaragoza. Callemos de momento y cuando ya el revuelo pueda saltar muy alterado, empezamos a dar información.

¿Quién o quiénes se esconden detrás de este nuevo medio de transporte individual que, de la noche a la mañana, ha invadido algunas grandes ciudades, a velocidad superior a 30 km/h y a veces a más? Intuyo que por intereses muy interesados de las distintas marcas que han ido colonizando la Península, era mejor no alarmar; intuyo que crear zozobra en el personal no sería rentable para los fabricantes de dichos aparatejos.

Adjunto datos de algunas de las marcas que están en activo en este momento en diversas ciudades. En Madrid, Lime se enfrentaba esta semana a problemas con el Ayuntamiento.
  • Lime: 1 euro desbloquearlo. 0,15 céntimos el minuto.
  • Wind: 1 euro desbloquearlo. 0,15 céntimos el minuto.
  • VOI: 1 euro desbloquearlo. 0,15 céntimos el minuto.
  • Eskai: desbloquearlo es gratis, 0,15 céntimos el minuto.
  • Bird: 1 euro desbloquearlo, 0,15 céntimos el minuto.
  • MyGO: 1 euro desbloquearlo (tres primeros minutos gratis), 0,15 céntimos al minutos. 3 euros gratis al registrarse.
Como broche final dejo un enlace que puede darnos algunas ideas: “El hombre que inunda tu acera de patinetes: Las ciudades no entienden de qué va esto”. El tema da para más puesto que no ha hecho nada más que empezar y las dificultades afloran a velocidad de más de 30 km./h.

PEPE CANTILLO