Ir al contenido principal

Remedios Fariñas | Mi amigo Antonio

Eras muy feliz. Irradiabas felicidad entre todos los que estábamos a tu lado. Yo no puedo hablar de ti, mi amigo del alma, sin emocionarme. De hecho, esta pequeña columna la escribo con lágrimas en los ojos que apenas me dejan ver la pantalla. ¡Qué huérfanos nos has dejado, Antonio! ¡Qué pequeños sin ti, sin tu risa, sin tu gran generosidad! Te fuiste sin más. Y nos dejaste el corazón roto. Ya no vamos a poder ir al chiringuito de Isla Cristina a beber gin-tonics.


Recuerdo que hace unos días me contabas que habías preparado el apartamento para irnos cuando pasaran las elecciones al Decanato de la Facultad de Comunicación. Y ya no podremos ver ese mar que tenía el color de tus ojos. Ya no iremos más a comer a Vila Real de San Antonio, al chiringuito de la playa. Ya no podrás reírte de aquella comida que pedí en aquel restaurante tan "chic" al que me llevaste. Ni podremos degustar ese vino verde que tanto nos gustaba…

Me diste todo el cariño en mis malos momentos, que últimamente eran muchos. Siempre estabas para mí. Te voy a echar mucho de menos, querido Antonio. La última vez que te vi rebosabas alegría, como siempre. Tus ganas de vivir contagiaban a cualquiera. ¿Qué voy a hacer ahora sin ti en mis momentos tristes? ¿Quién va a hacerme reír?

Todas las personas que te conocían te querían: tus amigos, tus alumnos... Todos. Me he quedado sin mi amigo del alma, sin mi maestro. Me enseñaste todo lo que sé. ¿A quién llamaré ahora? ¿A quién acudiré? Espero que acudas a mi lado, aunque sea desde el más allá, y me protejas y me cuides como siempre hacías aquí.

Nunca faltaste a ninguna cita. Bueno, solo a una, pero porque ya te habías ido y no nos habíamos dado cuenta. Yo quiero creer que ahora estás en un lugar mejor. Porque hay personas que mueren sin más. Pero tú, mi querido amigo, estarás en los corazones de todos los que tuvimos la suerte de conocerte. Para siempre.

REMEDIOS FARIÑAS