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Aureliano Sáinz | Camino hacia la igualdad

Uno de los trabajos que suelo proponer al alumnado que estudia Magisterio en las asignaturas de Educación Artística es la realización de dibujos en los colegios y en los que los escolares, una vez divida la hoja por una línea vertical, representen a un hombre y a una mujer trabajando.



Esta tarea se lleva a cabo en centros de Educación Primaria, de modo que niños y niñas plasman de manera libre la idea que ellos tienen de las actividades que corresponden a cada uno de los géneros.

He de destacar la importancia de esta propuesta, pues por medio de ella expresan de manera espontánea las ideas que los escolares asignan tanto al hombre como a la mujer en sus relaciones con el trabajo. Los más pequeños, como es lógico, toman como referencias los trabajos que ven realizar a sus padres y madres; mientras que los mayores suelen acudir a las imágenes, más o menos elaboradas, de lo que ellos podrían ser de mayores.

Sobre esta temática quisiera apuntar que ya publiqué un par de artículos (Hombre y mujer trabajando y Mujer y hombre trabajando) en los que analizaba de manera separada las interpretaciones que, por un lado, realizaban los niños y, por otro, las de las niñas.

En esta ocasión desearía destacar el hecho de que un amplio número de escolares que había participado en la experiencia asignaba iguales roles o profesiones a ambos géneros. Esto supone un avance verdaderamente significativo en las mentes de los escolares, pues implicaba que para ellos la mujer y el hombre eran iguales en sus derechos en el trabajo, por lo que no había diferencias en los que pudiera desarrollar un género u otro.

Pero lo más significativo es que estas respuestas igualitarias no procedían únicamente de las niñas, como podría esperarse por sus deseos de lograr en el futuro metas similares a las de sus compañeros, sino también que ellos plasmaban roles igualitarios, no solo en las profesiones o en actividades deportivas, sino también dentro del hogar.

Entiendo que todo esto es el resultado de aprendizajes que van interiorizando, sea porque los ven en sus casas o por procesos educativos que se desarrollan en las aulas en las que se encuentran estudiando. Habría que apuntar que también los modelos sociales que ven en los medios de comunicación les ayudan a entender que es posible que los trabajos en la casa como los que se desarrollan fuera de ella los pueden llevar adelante tanto los hombres como las mujeres.

Para que veamos cómo hay niños y niñas que han interiorizado la idea de igualdad en el trabajo, he seleccionado siete dibujos que van de primero a sexto curso de Educación Primaria y que nos pueden servir de referencia.



Posiblemente sea la enseñanza una de las profesiones más igualitarias por la larga tradición del acceso de las mujeres a la docencia. Esto conllevaba que fuera muy normal hablar del maestro o de la maestra, dado que tanto los hombres como las mujeres podían desarrollar esta profesión. Esta igualdad laboral la perciben niños y niñas desde edades tempranas, por lo que no es de extrañar que la autora de este dibujo, una niña de 6 años, haya acudido a la imagen de una profesora y de un profesor como expresión de los trabajos que pueden llevar adelante ambos géneros.



En la sociedad del siglo veintiuno se han producido grandes cambios, sea por la masiva incorporación de la mujer al trabajo asalariado, como por el desarrollo de las nuevas tecnologías, aplicadas no solo en el ámbito privado y doméstico sino, de un modo muy especial, en las empresas que las necesitan para su propio avance. De este modo, la autora del dibujo anterior, que tiene 7 años, ha tomado como referencias tanto a su madre (“Mi mamá trabaja en antenas”) como a su padre (“Mi papá trabaja en Man”) para presentarlos a ambos trabajando de modo similar: sentados delante de una mesa y con un ordenador.



Por encuestas realizadas referidas al ámbito del hogar, se suele recoger que es el planchado el trabajo doméstico que menos les gusta a las mujeres, siendo excepcional que lo hagan los hombres. Por ello llama la atención que un niño de 8 años haya acudido precisamente a este trabajo como la actividad que podrían realizar tanto hombres como mujeres. Posiblemente, vea que en su casa este trabajo es compartido, por lo que le parece de lo más natural representar a un hombre y a una mujer planchando.



¿Influyen en las ideas de los niños y niñas los modelos que se les proponen en las clases? Estoy seguro de que sí, ya que tanto los igualitarios como los segregadores tienen una importante incidencia en las imágenes que empiezan a interiorizar. Es lo que podemos deducir del dibujo de un niño de 8 años que, tras dividir la hoja por la mitad, comenzó representando a un minero, para, a continuación, trazar a una mujer realizando el mismo trabajo. Si tenemos en cuenta que el dibujo se realizó en una ciudad en la que no había minas, uno tiende a pensar que esto fuera el resultado de la educación en la igualdad que se impartía en el colegio.



A pesar de la actual situación de abandono que se produce en los trabajos del campo por el desamparo de los medios rurales, resulta que en muchos pueblos son los medios de subsistencia de familias que viven en ellos. Esta es la razón por la que la autora del dibujo que acabamos de ver, una niña de 9 años, que se encontraba en cuarto curso de Primaria, haya representado dos escenas que ha ubicado en la naturaleza: por un lado, a un hombre como agricultor y, posteriormente, a una mujer pescando en el rio. Ambos, pues, trabajando de modo similar en el ámbito rural.



Paso a paso, también se dan avances en el ámbito de los deportes, de modo que no ha sido excepcional encontrar dibujos en los que aparecían, por un lado, un personaje masculino y, por otro, uno femenino jugando al fútbol. Y es que en la actualidad también las chicas tienen equipos que compiten en ligas femeninas. Una variante aparece en este que acabamos de ver, y que fue realizado por un niño de 10 años. En la lámina nos muestra a un joven jugando al fútbol, al tiempo que en el lado derecho aparece una jugadora de balonmano.



Para cerrar, acudo al dibujo de una niña en el que nos muestra que el trabajo de la casa puede ejercerse de manera igualitaria, es decir, que puede ser llevado tanto por el hombre como por la mujer. De ahí que, con una gran sencillez gráfica, haya plasmado, en el lado izquierdo, una figura masculina con una escoba y, al acabarlo, pasara al lado derecho para realizar el mismo trabajo con una figura femenina. Total igualdad a la hora de proponer una actividad para el hombre y otra para la mujer.

AURELIANO SÁINZ