Ir al contenido principal

Pepe Cantillo | Un libro inquietante

Hace poco que terminé de leer el libro de Julia Navarro titulado Historia de un canalla. Los comentarios que se pueden hacer del mismo son diversos, tanto los que están a favor como los contrarios. En mi caso, reconozco que me ha costado finalizar la lectura, pero también admito que cierta dosis de curiosidad morbosa me impelía a seguir.


Hay momentos que dan nauseas seguir leyendo pero fui incapaz de dejar el libro. El comentario que cito a continuación es claro y preciso y coincido con él: “Un audaz cambio de registro en el que Julia Navarro disecciona la ambición, la codicia y el egoísmo del ser humano”. La autora nos ofrece un “análisis pormenorizado de la conducta” del protagonista que tiene muy claro y sabe cómo conseguir todo lo que desea, cueste lo que cueste y caiga quien caiga.

Sin minusvalorar el juicio que hace la editorial, tengo que añadir que hay momentos en los que el protagonista da asco por lo que pueda estar haciendo sin que sienta el menor remordimiento, sin que tan siquiera muestre un atisbo de piedad hacia las personas que en esos momentos está dañando miserablemente y sin que se le revuelvan las tripas.

Pisa situaciones, machaca iniciativas y, sobre todo, humilla a personas, en este caso, cómo no, mujeres a las que usa, de las que se aprovecha, las confina con un continuado boicot que las convierte en rehenes de sí mismas. Abusa de ellas en todos los terrenos. Dichas mujeres están muertas de antemano y sepultadas en un chantaje tal que solo son sombra de lo que eran. Sus vidas están hipotecadas al antojo de “un despreciable canalla”.

Me hago eco de un resumen-síntesis de la editorial que, por su claridad y contundencia, merece tenerse en cuenta. “Soy un canalla y no me arrepiento de serlo. He mentido, engañado y manipulado a mi antojo sin que me importaran las consecuencias. He destruido sueños y reputaciones, he traicionado a los que me han sido leales, he provocado dolor a aquellos que quisieron ayudarme. He jugado con las esperanzas de quienes pensaron que podrían cambiar lo que soy. Sé lo que hice y siempre supe lo que debí hacer pero no lo hice. Esta es la historia de un canalla. La mía”.

Para este prototipo de sujeto, el triángulo de las Bermudas donde sumergir a los demás se reduce a mentir, engañar y manipular. Dicen que en dicho triángulo desaparece todo lo que surca sus olas. ¿Verdad o mentira? Un misterio más de los muchos a los que los humanos hemos dado cierta credibilidad.

Volvamos al tema. La caricatura que podría reflejar al susodicho se reduciría en las tres siguientes líneas. Mentir en principio implica “inducir a error” al otro, puesto que el mentiroso está “diciendo o manifestando lo contrario de lo que piensa”.

Engañar también ofrece varios significados que vienen a cuento. “Seducir a alguien con halagos y mentiras” y/o “hacer creer a alguien que algo falso es verdadero” o, a la inversa, que “algo verdadero es falso”.

Manipular creo que resulta clara y contundente con una de las explicaciones que nos da el diccionario: “intervenir con medios hábiles y arteros en la política, en el mercado, en la información… con distorsión de la verdad o la justicia, y al servicio de intereses particulares”.

Para un canalla mentir es más fácil que respirar. Engañar, lo que se dice engañar, le cuesta bien poco si con ello obtiene lo que pretende. Manipular al otro es la línea que cierra el antedicho triángulo. Todo se podría resumir en jugar con la confianza del otro a cambio de promesas por llegar, pero que son una fantasía carente de realidad.

No hay duda de que este tipo de modelo canallesco existe en abundancia en la realidad diaria. Traicionar amistades leales suele darse con frecuencia por parte del canalla de turno, para el cual, mentir o traicionar son una constante.

Desciendo al mundo real. Jugar con la esperanza ajena solemos entenderlo como la capacidad de “llevar al huerto al otro” porque lo hemos podido convencer de algo que pretendíamos. Desde el poder se miente un día sí y al otro también.

El libro está editado a principios de 2016 pero, en algunos momentos, da la impresión de que se publicara en tiempo de la pandemia. No hay virus en su recorrido, solo existen mentiras, dobleces, abusos, chantajes, desprecio a quien se ponga por delante.

La lectura a conciencia que estoy haciendo con dicho ejemplar me arrastra al duro, oscuro y ponzoñoso momento que estamos viviendo como consecuencia del nefasto virus. De entrada habría que decir que, desde el poder, nos están vapuleando duramente. Abundan las mentiras, junto a las medias verdades o las verdades a medias. Hoy se nos ofrece un caramelo para poder soportar el hachazo que nos darán mañana. La confusión es tal que en algún momento nos agobia no saber en qué escalón del recorrido debemos quedarnos.

Todo esto está desconcertando al resto del personal. En agosto de 2020 ya se decía que “el timón de la pandemia ya no lo lleva nadie, es un caos”. Somos un país incapaz de controlar la epidemia. Vamos a merced de las circunstancias y una de las graves consecuencias, además del aumento de los contagios, es el frenazo del vivir diario lo que nos descoloca.

Son los dos años que nos han robado de vivir con la familia, de reunirnos con amigos, de quitarnos el trabajo. A estos golpes hay que añadir una economía a la deriva con el consiguiente aumento del paro. El virus lo ha transformado todo.

Unos meses después de la reseña anterior, Pedro Baños, autor del libro El dominio mental, es entrevistado por ABC y deja claro lo siguiente: “Con el covid podemos perder la esencia de la democracia y que surjan cesarismos. Aquellos que más presumen de apoyar la libertad son los que más la limitan”. El golpe es contundente y parece no desdeñable.

¿Para qué sirvió el encierro cuando, unos meses después de salir del mismo, parecía que la situación era aun más grave? Estamos ante un obstáculo que solo se aminorará con nuestra colaboración. Pero…provocar al virus es una locura por parte del personal. No nos enfrentamos a un monstruito de Disney que, una vez apagado el televisor, lo mandamos a dormir. Éste no descansa. A veces parece que desde el poder, unos y otros juegan al escondite con nosotros mientras que el virus ¡ay, dolor! sigue su marcha imperturbable.

Ejemplos recientes que se deben tener en cuenta son los acaecidos el fin de semana pasado. Encuentros futboleros, broncas en la playa, fiestas con abundante número de asistentes, botellones por acá y acullá… Ya pasaron las últimas fiestas. Finalizamos una tercera ola que va dejando paso a un posible cuarto caos. La suerte está echada aunque nos dicen que “estamos al principio del fin”.

Termino con la referencia de otro libro que puede sernos de utilidad en los tiempos locos que estamos viviendo. El título del libro es Confía en mí, estoy mintiendo, cuyo autor es Ryan Holiday. Cito: “Mi trabajo es mentir a los medios para que ellos puedan mentiros a vosotros. Hago trampas, soborno y me confabulo en beneficio de los autores superventas y de las marcas multimillonarias, abuso de mi conocimiento de Internet para hacerlo”. Un ejemplo más de la cruda realidad.

PEPE CANTILLO