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Aureliano Sáinz | Dibujar las emociones (1)

Cada vez somos más conscientes de que conocer el mundo de las emociones es de vital importancia para nuestras vidas. Paso a paso se tiende a pensar que no solamente es la razón la que preside o debe presidir nuestras existencias, ya que los sentimientos nos acompañan desde que nacemos, por lo que son inseparables de las formas de razonamiento.


Relacionado con lo anterior, debo apuntar que a lo largo de muchos artículos he ido explicando el desarrollo emocional de niños y adolescentes a través de los dibujos de la familia realizados en las aulas de Educación Infantil y Primaria. Pero no solamente deben ser en las primeras edades cuando se estudien los sentimientos a partir de las representaciones de las familias y los miembros que las componen; también quienes van a ser futuros docentes conviene que conozcan el complejo mundo de las emociones para que puedan entenderse a sí mismos y a los escolares con los que trabajarán en el futuro.

Las emociones pueden ser estudiadas desde el punto de vista conceptual, es decir, tratando de conocerlas en los seres humanos, en los que habitan tanto las positivas (amor, alegría, confianza, sinceridad, autoestima, etc.) como las negativas (miedo, tristeza, culpa, ira, vergüenza, celos, envidia, rencor, etc.).

Bien es cierto que en algunos casos esta separación no es tan nítida, pues algunas de las denominadas negativas, caso, por ejemplo, del miedo, sirven para la supervivencia del individuo. También hay otras que son ambivalentes, es decir, que pueden cumplir una función positiva o negativa, dependiendo del motivo o estímulo que las hace emerger.

Por otro lado, hemos de tener en cuenta que el rostro es la parte del cuerpo que las expresa con mayor nitidez, pues, tal como nos dice Carlos Castilla del Pino en su libro Conductas y actitudes, “la cara es la parte del cuerpo especializada en la expresión. (…) El lenguaje extraverbal está al servicio de la comunicación de nuestras emociones. (…) La lectura del rostro es fundamental para comunicarnos, para saber a qué atenernos respecto del otro".

Una vez que comprendemos el valor comunicativo del rostro, y con el fin de formar a quienes van a ser docentes, un grupo de profesores de la Facultad hemos llevado a lo largo de varios cursos un trabajo práctico que, basándonos en la experiencia Dibuja tu media cara, les planteábamos un trabajo similar a los alumnos y alumnas para que comprendieran la complejidad de las emociones.

Así pues, les indicábamos que se fotografiaran con la intención de que expresaran alguna de las emociones que habíamos analizado en clase. Realizada la fotografía, deberían hacer una fotocopia en blanco y negro en tamaño A4, para que, una vez dividida por la mitad, la pegaran a una hoja blanca y dibujaran la otra parte, con las técnicas que quisieran. He de apuntar que, además de avanzar en las técnicas gráficas, todos disfrutaban con la reconstrucción de sus rostros, que, en algunos de los trabajos, recordaban a los cómics.


Hubo que insistirles que esta actividad no era un tipo de selfi en el que se pretende quedar muy bien, sino que se buscaba la capacidad de expresar las diversas emociones del rostro, por lo que había que alejarse de algo tan habitual como son esas imágenes ideales que tanto abundan en las redes sociales. Por otro lado, se pudo comprobar que las emociones negativas son más fáciles de expresar con el rostro. De todos modos, en esta primera parte, comentaré algunas de las positivas, o cercanas a ellas, como son las dos que acabamos de ver y que manifiestan la alegría como una emoción básica del ser humano, aunque en el segundo caso la alegría se une a la sorpresa.


Todos sabemos, desde que somos pequeños, que la risa y la sonrisa son los gestos más habituales para manifestar la alegría. De igual modo, sirven para expresar la felicidad, que sería como un estado de bienestar estable, que tanto cuesta lograr, y que se suele revelar a través de la sonrisa y la serenidad del rostro. Es, a fin de cuentas, lo que han pretendido el alumno y la alumna de los dos trabajos precedentes.


En la actualidad, los emoticonos se han extendido y popularizado dentro de los mensajes digitales, ya que las palabras presentan limitaciones en el campo de las comunicaciones emocionales. Así, para indicar el amor se acude a emoticonos en los que aparecen corazones; sin embargo, en los dibujos libres se logra mayor expresividad. Por ejemplo, en el primero de los anteriores rostros la alumna deseaba manifestar el ‘enamoramiento’, por lo que acude a la mirada vuelta hacia arriba, junto con una leve sonrisa. Su compañera, en cambio, apuntó a la idea de paz y de sosiego interior, por lo que se muestra con los ojos cerrados (emociones algo complicadas de expresar a través de un emoticono).


Una emoción ambivalente es la duda, pues puede tener efectos contrapuestos, según el tema del que se trate y de la persona afectada. Si, por ejemplo, esperamos la confirmación de una buena noticia, pero no sabemos cuándo la recibimos, esa incertidumbre se vive con cierto nivel de inquieta alegría. Es lo que manifiestan las dos alumnas precedentes, de modo que sus miradas no son frontales, sino que los ojos se desplazan hacia los lados para dibujar esta emoción. Sin embargo, hay otras dudas que acaban agobiándonos, en función de la relevancia del tema que nos provoca incertidumbre.


De modo similar a la duda, otra emoción ambivalente es el asombro, ya que puede tener un sentido positivo o favorable, o negativo en el sujeto que se siente invadido por esta emoción. Así, la alumna que aparece en la portada de este artículo muestra un rostro en el que los ojos se abren mucho ante lo que se encuentra contemplando (aunque, por la forma de realizar el rostro y el esbozo de una cierta sonrisa podemos entender que es algo favorable). Otro modo de manifestar el asombro se logra a través de un rostro con una boca bien abierta, tal como lo expresan el alumno y la alumna precedentes.

Para cerrar esta primera entrega sobre el dibujo de las emociones, quisiera agradecer a los estudiantes que participaron en esta experiencia, por el entusiasmo con la que la acogieron y que tan buenos resultados se lograron.

AURELIANO SÁINZ